Dejar de procrastinar es fácil

Todos hemos dejado alguna vez para mañana lo que podríamos haber hecho hoy, y eso no tiene que ser un problema siempre y cuando, esos retrasos en las actividades no tengan consecuencias negativas ni en nosotros ni en los demás.

La procrastinación se ha dado a lo largo de los siglos, pero en la actualidad tenemos un hándicap añadido, contamos con un gran abanico de distracciones a las que podemos optar, tanto online como offline.

Actualmente, podemos conseguir cosas que nos gustan rápidamente sin esfuerzo, y eso no nos ayuda a tener ganas de conseguir logros a medio o largo plazo.

No nos apetece el esfuerzo, y nos cuesta mucho empezar la acción.

Procrastinar nos hace sentir mal, ya que es el proceso de aplazar bien el inicio o el fin de una tarea que tenemos intención de hacer, y siempre va unido a un sentimiento de culpa.

En el ámbito laboral nos hace ser percibidos como irresponsables, vagos, poco confiables y poco competentes, con las consecuencias que eso conlleva pudiendo llegar incluso al despido.

Para hacernos una idea, el propósito de la procrastinación es la evitación de algo que nos estresa, nos parece muy complejo, no nos gusta o no nos apetece, pero que tenemos la intención de hacer, porque sabemos que es necesario hacerlo, es decir, sentimos la obligación de hacerlo. Es la famosa frase: “Tengo que…”

En este proceso de evitación lo que hacemos es bajar nuestro estrés, centrando nuestra atención en algo más agradable que lo que “tenemos que hacer”.

Es una respuesta adaptativa y de autodefensa ante el estrés, pero inadecuada y errónea.

Un ejemplo puede ser, una persona que está teletrabajando, y en vez de realizar el informe que tiene que entregar a primera hora, se pone a colocar todos los armarios de la casa, arrampla con la nevera, aunque no tenga hambre, o decide que es buen momento de hacer una receta de cocina estupenda que ha visto en internet y que le llevará 3 horas.

La procrastinación continuada también puede ser la consecuencia del estado de la persona, y denotar problemas cognitivos, emocionales y conductuales.

Hablamos de aspectos un poco más complejos como miedos, baja autoestima o incluso depresión.

Lo bueno, es que, en cualquier caso, podemos aprender a aumentar nuestra autoestima, ser más productivos y priorizar mejor, eso es lo que nos va a ayudar a dejar de procrastinar.

Podemos contar con buenos profesionales que nos ayuden a acortar esa curva de aprendizaje como psicólogos, coaches y mentores especializados.

Las claves son por un lado empezar, y por otra, ir tomando decisiones conscientes para priorizar, luego, el desarrollo de la propia actividad tendrá más que ver con métodos de trabajo orientados a la optimización de resultados.

Lo primero, empieza y empieza ya. Hasta que no lo hagas no sabrás la complejidad real de la tarea, el tiempo que te llevará o si necesitas ayuda. Así puedes ir tomando decisiones reales sobre la actividad.

Decide. Piensa en la importancia de la tarea, si hacerla o no y las consecuencias que eso conlleva. Se consecuente y toma la decisión conscientemente.

Decir NO a algo que en realidad no queremos hacer, y ser consecuentes con nuestros actos, evita mucho estrés innecesario.

Eso sí, tenemos que hacernos cargo desde ya de las consecuencias, luego no te quejes porque no tendrás razón para ello, se valiente, y asume desde ya tu responsabilidad ante la decisión.

Visualiza el objetivo ya conseguido, te hará sentir bien y así no perderás el foco.

Prioriza el proceso, algunos ejemplos son, por donde empiezo, que es lo importante, que no voy a hacer, que retraso para otro momento y lo agendo, que delego y que procesos puedo optimizar.

Este paso te ayudará a generar el sentido de urgencia que necesitas para pasar a acciones concretas.

Cambia tu lenguaje, pasa del “tengo que” a “quiero hacer“ y establece los tiempos cuando lo digas. “Quiero hacer ahora el informe y terminarlo antes de las 19:00”

Aprende habilidades y métodos que te ayuden a ser una persona cada vez más productiva, tu autoestima se verá reforzada y en la medida en la que consigas resultados, verás que la procrastinación no tiene cabida en tu vida, sobre todo porque no te hace feliz.

Recupera tu energía, cuida tu alimentación, duerme las horas necesarias, desconecta y realiza algún tipo de ejercicio moderado, así promueves que la productividad sea sostenible en el tiempo.

Y tras el esfuerzo y el trabajo bien hecho, recompénsate con algo que te guste.

 

 

 

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